Nos gusta pensar en Korteza como un proyecto dinámico, alternativo y heterodoxo. Trabajamos para vivir, vivimos para disfrutar, y en esa ecuación la elección de la artesanía es una declaración de intenciones. Creemos en el valor de las cosas hechas a mano, con amor y paciencia, esas que nos acompañan durante años y no pasan de moda. Creemos en el trabajo manual como una forma de disfrute y creatividad. Somos apasionadas e idealistas, y nos involucramos al máximo en lo que hacemos. Por eso, detrás de nuestras creaciones no solo hay un largo proceso de diseño y elaboración sino también un pedacito de nosotras.

Korteza es el espacio donde nos sentimos más cómodas, libres y creativas. Es cierto que implica más responsabilidad y preocupaciones, pero también una mayor satisfacción personal. Es el resultado de un camino lleno de tentativas y búsquedas, de aciertos y tropiezos, un proceso gracias al cual pudo brotar esta semilla.

El corcho es nuestro material por excelencia. Y no es casual. Forma parte de la tierra en la que se hunden nuestras raíces, de ese paisaje que siempre nos acompaña. Reivindicarlo es nuestra manera de defender los bosques y el respeto a la naturaleza, de apoyar la sostenibilidad y la ecología, y de apostar por alternativas vegetales libres de crueldad animal.

Korteza nació a mediados de 2016, y durante el otoño y el invierno fue enraizando con lentitud y paciencia. Durante todos aquellos meses le dimos forma y contenido al proyecto a la vez que hacíamos pruebas, muchas pruebas: de diseño, de materiales, de técnicas… Corregimos aquí, retocamos allá, rehicimos, desechamos, repensamos. Pero como además de perfeccionistas somos apasionadas, al asomar la primavera decidimos lanzarnos a la aventura. Y así, de mercado en mercado, de feria en feria, la cálida acogida de la gente terminó de convencernos.

Hoy, poco a poco Korteza se hace su hueco, ensancha sus raíces y teje complicidades. A pesar de la dificultad, estamos seguras de que el esfuerzo merece la pena. Por eso, cada día trabajamos para ampliar las posibilidades, para que broten nuevas ramas que hagan crecer el proyecto. Seguimos explorando, desplegando nuestras alas, lanzando la imaginación al vuelo.